lunes, 16 de noviembre de 2015

El Hombre Espejo

Robert, es un hombre que a lo largo de toda su vida ha alcanzado grandes éxitos como escritor y filósofo. El entiende y analiza a las personas perfectamente, el único detalle es que él odia a la gente, o al menos todo lo que se llame ser humano. Toda la gente ve lo mejor de él porque lo ama como el escritor que es. Sus mayores éxitos han venido principalmente de ello, del análisis y el aislamiento, es un ermitaño, cuenta con todo lo necesario para sí mismo, sin embargo día a día el único contacto visual humano con el que cuenta es el mismo que presenta, su propio reflejo.
No puede evitar notar como pasan los días y los años, cómo la vejez lo absorbe cada vez más y como él busca la respuesta en sí mismo acerca de su reflejo, si en verdad está viendo quien es él y que si en verdad en un reflejo encontramos toda la información completa de nosotros mismos o si alguien observa más allá de lo que vemos. Estaba aquel entonces muy obsesionado con la mitología griega de la historia de Narciso, no solo por la lección que enseñaba sino por los demás elementos presentados como el por qué se miraba Narciso ahí, que información y datos proporcionaba eso, y las ninfas.
Una noche como cualquier otra descubre algo que no se esperaba, se había convertido en un espejo, en cierta parte su rostro, ya que su cuerpo y manos estaban hechos de madera con ropa, y su corazón de pilas, asombrado pero principalmente asustado nota que no puede hablar y que sus manos son espejos. De la nada se desmaya en el sofá.
Posteriormente, se da cuenta que no puede hablar, solo oye su voz en su mente pero no habla, simplemente no puede, y sus manos de espejo son completamente inútiles. Alguien toca a la puerta, se percata del hecho que era su asistente que viene a recogerlo para su conferencia de su más reciente libro. Esa mañana esta impresionado por la manera en como su asistente le habla y lo trata bien sin siquiera poder hablar, es como si él estuviera ahí pero sin saber lo que está diciendo.
Lo mismo sucede en aquella conferencia, todo mundo empieza la rutina normal de charla y preguntas, sospechosamente la gente queda satisfecha y muy feliz, no podía entender eso, por qué el mundo era feliz de que el fuera un espejo y cómo es que se comunicaba con ellos si no podía hablar, desesperado huyo de la conferencia, caminando por las calles, viendo a la gente pasar, cada vez que se topaba con alguien la persona era feliz; intentando sacar ventaja de esta situación trato de poder sentir el mismo optimismo que mostraba la persona pero él no podía hacerlo y no comprendía bien nada lo que le sucedía. Corrió rápido hacia el bosque donde tenía una vieja cabaña de estudio, rompió la ventana de ésta y cayó al suelo. En seguida un pequeño duende lo despertó, éste con vestimenta peculiar le dijo que podía escucharlo, que él sería su guía espiritual de la maldición del espejo
Al parecer el duende era el único que no estaba feliz por hablar con él, los pensamientos de Robert estaban presentes en la conversión que el duende establecía, este último daba vueltas alrededor de la habitación mientras tiraba todo lo que se encontraba. –Malas noticias Robert, malas noticias, mira el lado positivo, si sobrevives quizás puedas hacer un libro de esto… Así es, todo lo que piensas y has observado tiene sentido, la gente es feliz contigo porque eres un espejo, siempre vemos en alguien lo que buscamos o lo mismo que tenemos en común, en pocas palabras ven en ti lo que ellos ven de sí mismos, hasta ahora no ha habido nadie que sea triste de sí mismo, pero lo habrá. Lo siento Robert, no te puedo decir que más hacer –dijo el duende al rebotar sobre su cabeza de espejo y desaparecer en ésta.
Robert no puede decir ni una sola palabra en su condición que se encuentra, sin embargo descubrió que en su cuarto se haya un espejo gigante que dejo el duende; se puso enfrente de este esperando poderse ver reflejado lo que él quería ver, esperaba encontrar la respuesta a la pregunta que se hace todos los días al verse al espejo, pero lo que no se esperaba es que, así como en su vida humana, no pudo encontrar la respuesta, porque él mismo es una paradoja de lo que quiere. Sucedió el efecto de lo que ocurre cuando pones un espejo enfrente de otro, es una infinita paradoja, un espejo se ve reflejado sobre otro y otro y otro y otro infinitamente, sin llegar a ningún final, a ninguna respuesta.
En seguida rompió el espejo con su mano y salió por la ventana corriendo rápidamente hacia el bosque esperando perderse desapersabidamente. ¿Por qué todas las demás personas lo veían tal y cómo es? ¿por qué es el único que sabe que él es un espejo?, se preguntaba una y otra vez mientras estaba tirado en el suelo del bosque cerca de un río cuando de pronto unas cuantas aves ruiseñor se acercaron a él, hasta que fueron docenas de aves las que se le acercaron, no lo podían dejar en paz, huyo de ahí, paso días y noches perdido entre los árboles del infinito bosque, y las aves lo seguían y seguían, y el mundo padecía la pérdida de Robert, y el duende seguía sin aparecerse, y la asistente de Robert daba conferencias hablando acerca de él y dónde podría estar.
Pasaron días, meses y años, Robert había pasado a la historia de los mejores filósofos y escritores del siglo, el mundo seguía adelante mientras Robert continuaba su vida solitaria en el bosque pero esta vez con sus amigas las aves. Encontró que los animales son quizá los únicos seres vivos que no miran en su espejo, sin prejuicios estos son capaz de poder ser amigos de él sin la necesidad de ver necesidades o lo que ellos quieren.
Entonces es así como vive ahora su vida Robert, con los años la casa se fue deteriorando al no poder darle mantenimiento necesario pero esto no lo detenía, de hecho descubrió mucho acerca de la vida y su poder en el espejo: A menudo pensamos que “conocemos” a otras personas cuando en verdad lo que estamos haciendo es proyectar sobre ellas nuestra propia realidad –pensaba así mismo constantemente.
Y es que casi constantemente interpretamos todo lo que está teniendo lugar y lo tomamos por cierto, creyéndolo y creando nuestra propia interpretación de las cosas y viviendo de acuerdo a ella, distorsionando de esta manera los hechos e involucrando a otras personas en nuestro ensueño, creando un conflicto que en realidad sólo existe en nuestro interior. La meditación ayuda a trazar esta frontera y, de hecho, uno de sus objetivos es aprender a ver las cosas como realmente son.             A esto se ha dedicado Robert, a meditar cerca del río, extraño fue que un día pudo escuchar un susurro, una risa que corría alrededor del bosque, fue entonces cuando decidió investigar aquel sonido que pronto se convertiría en algo aterrador al obscurecerse el cielo y empezar una lluvia intensa, el sonido de la risa continuaba moviéndose. Algo lo perseguía; corrió y corrió lo suficientemente lejos para estar a salvo, terminando en una carretera donde apareció aquel duende que lo había visitado hace varios años.
El duende había cambiado, se veía mucho más viejo y acabado, sus cambios de humor eran repentinos, no dejaba de mostrar sus dos lados instantáneamente, su ira era exagerada que decidió quemar el bosque completo con un solo chasqueo de dedos, desapareciendo mientras caminaba hacia éste. Robert no tenía otra alternativa más que regresar a la ciudad, a lo cual recurrió robarse una mascara para evitar el contacto y la sospecha de su regreso, pero mientras más caminaba más podía sentir un cambio en sus vidrios, así que, como cualquier otra persona iba caminando entre la multitud cuando de repente apareció el duende y le quito su máscara provocando que todos manifestaran su identidad con tan solo verlo, su rostro no podía resistir muchas caras por lo que este empieza a fracturarse y obscurecerse, en un mundo tan complicado hay personas que son más tristes que feliz, que el rostro de Robert puede empañarse, fracturarse, e incluso obscurecerse, lo cual es malo también, ya que fomenta la infelicidad compartida.
No puede aguantar más y se haya en la necesidad de encontrar alguna forma rápida para romper la maldición, nunca antes había existido los hombres espejos y mucho menos los duendes, qué sentido tiene todo, lo que le lleva a tener que recurrir a sus viejos libros de criaturas que se hallaban en su antiguo hogar de su otra vida.
Llego al sitio finalmente, completamente abandonado y deteriorado, gran parte de los libros seguían intactos, entre las ojeadas y ojeadas seguía sin encontrar una respuesta hasta que encontró lo siguiente escrito: Atrápalo, detrás de ti. Volteo y el duende le dibujo rápidamente una cara feliz con marcador permanente a causa de la ausencia de rostro, éste duende tenia los poderes de aparecer y desaparecer instantáneamente en diversas partes, por lo que Robert seguía tratando de atraparlo por toda la casa. Era una persecución sin parar que los llevaba hasta lo más alto del hogar, el duende se escaparía, no obstante hasta que Robert salto encima de él, lo que lo llevo a su viejo hogar en su infancia, caminaba y caminaba sin parar a través de un pasillo largo e infinito, era una línea del tiempo de su vida, cada puerta lo llevaba a sus fracasos y perdidas en toda su vida: fracasos de sus primeros libros, la pérdida de su familia, la ausencia del amor… Llegó a una puerta gigantesca a la cual entro, el duende por primera vez se encontraba completamente pálido y decrepito sentado en una silla casi a punto de morir -¿Por qué valoras más tus fracasos que tus logros?, supongo que después de todo, el espejo debe ayudarte a encontrar tu respuesta –dijo apuntando hacía un espejo que se encontraba en dicha habitación, el duende sonrió y se quemó hasta el punto de desintegrarse.
Robert no lo podía creer, se miraba por primera en un espejo donde se encontraba en su forma humana, sonriendo, el reflejo le saludo y le dijo –parece ser que has trabajado en aquellos aspectos de nosotros, de los que la mayoría no desean hacerse responsable, aspectos que no admitimos como propios y que están jugando en nuestra contra. En seguida su reflejo lo golpeo hasta romper su espejo hasta lograr que Robert al fin volviera a adquirir su forma humana. Se encontraba sentado en su cabaña y dijo: Muy a menudo, lo que encontramos difícil en los demás es precisamente aquello que no hemos resuelto dentro de nosotros mismos. Si lo hubiéramos resuelto inicialmente, nunca se hubiese convertido en un problema crónico. No vemos a los demás como son, sino como somos nosotros.

Fin